Enfrascarse en un retrato siempre es un acto que hay que sopesar. Vas a pasar muchas, muchas, muchas horas viendo la cara de alguien. Yo acabo empatizando con esa persona, le hablo y voy viendo cambiar su rostro según el día, le digo "hoy te veo mejor" o "menuda cara q me traes".
Cuando va a ser una sorpresa no puedo quitarme de la cabeza la cara que pondrá el interesado al verse, pienso en ese instante con cada pincelada. Y si luego tengo la suerte de ver el momento me hace una ilusión terrible.
He aquí el retrato de alguien más que especial.
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